Miedo al cambio
El miedo al cambio es general, nos aferramos a mecanismos de defensa, nos auto engañamos, nos resignamos, nos da pereza… Pero, ¿para qué? Para no cuestionar las creencias con las que hemos creado nuestra vida.
Lo que está claro es que desde el día en que nacemos ya nos empiezan, nuestros padres y el entorno, a decir cómo tenemos que comportarnos en esta vida: no hagas eso que está mal, no mires así a la gente, estudia y busca un trabajo fijo, más vale ser un trabajador sumiso para no tener problemas, ...
Cuando nos vamos haciendo mayores, seguimos las mismas normas que los demás, el mismo camino, para así olvidarnos de nuestra voz interior y seguir el camino dictado.
Con el tiempo construimos una personalidad que se adapte a los valores que tenemos en el entorno y a las cosas que nos han enseñado en casa, para satisfacer los deseos de los demás.
Tenemos que tener en cuenta que la sociedad y la tradición ejercen una influencia brutal en nosotros. Aún y todo, no nos tenemos que olvidar de que realmente somos libres de tomar nuestras propias decisiones, para poder ir por el camino que nosotros mismos crearemos para nuestra vida. Pero entonces llega el miedo de la libertad, nos da miedo ser diferentes, el qué dirán también nos paraliza… pero nuestro mayor miedo es cuestionarnos a nosotros mismos, a las creencias que con el tiempo hemos ido creando por la influencia de nuestros padres y el entorno. En el momento en el que empezamos a cuestionarnos estas creencias, estas formas de hacer y ver, es cuando aparece este miedo de ser diferente a los demás, un perro verde.
Hacemos lo que hemos aprendido como “correcto”, intentado no salir del camino establecido. De forma automática rechazamos las ideas nuevas y desconocidas.
Muchas veces tenemos que cambiar por obligación y no nos gusta, porque pensamos que la necesidad de cambio viene por haber fracasado con lo hecho hasta ahora. Y nos da miedo hacer este cambio porque de alguna manera pensamos que podemos volver a fracasar. De ahí vienen las frases “¡yo soy así y no pienso cambiar!” “¡los que tienen que cambiar son los demás!”
Tenemos siete mecanismos de defensa para el cambio
- El primero es el miedo. Cuanto más miedo experimentamos, más nos quedamos paralizados sin saber qué hacer y más deseamos que nos protejan. Este miedo puede venir por una noticia en la tv sobre algo negativo y deseamos que nos cuide el estado para solucionar nuestro miedo.
- El autoengaño. Nos mentimos a nosotros mismos, sin darnos cuenta para no tener que enfrentarnos a los temores e inseguridades de cualquier proceso.
- La narcotización. Esto depende de nuestros gustos, preferencias… la sociedad actual promueve infinitas formas de entretenimiento que nos ayudan a evadirnos durante las 24 horas del día.
- La resignación aparece con el tiempo por falta de propósito. Cansados físicamente y agotados mentalmente, decidimos conformarnos. Hacernos víctimas de nuestra vida.
- La arrogancia, es lo que sacamos si nos sentimos cuestionados para poder defendernos. Por esta razón nos solemos poner a la defensiva frente a aquellas personas que piensan distinto.
- Con el tiempo, si seguimos posponiendo lo inevitable, la arrogancia se convierte en cinismo. Es la máscara con la que ocultamos nuestras frustraciones y desilusiones, y nos protegemos de nuestra insatisfacción.
- Y el último, la pereza, que significa la falta de ganas para hacer esas cosas que tienes que hacer. Si se alarga este periodo de pereza, al final se convierte en tristeza de no hacer con tu vida aquello que intuyes o sabes que podrías realizar.
Con toda esta información os pregunto ¿estáis listos para un cambio?
¿Y si comenzamos el cambio para ser nosotros mismos?